Un poquito de historia
El Modernismo en Cartagena: historia, familias y memoria viva
El Modernismo en Cartagena no habría sido posible sin la conjunción de factores sociales, culturales y económicos que impulsaron una ciudad en pleno auge.
Como explica el cronista Juan Ignacio Ferrández García en su ponencia La Cartagena Modernista (1900–1916),↗️ la riqueza procedente de la sierra minera de Cartagena-La Unión, unida a la intensa actividad del puerto y a la vida militar como plaza fuerte, convirtieron a Cartagena en la novena ciudad más importante de España a comienzos del siglo XX.
Este contexto de prosperidad favoreció el florecimiento de una burguesía ilustrada y emprendedora que quiso reflejar su éxito a través del arte, la arquitectura y la moda.
Esa nueva sociedad impulsó la creación de edificios emblemáticos, sociedades recreativas y manifestaciones culturales que todavía hoy definen la identidad visual de la ciudad.
En este marco surgió un fenómeno característico del cambio de siglo: el consumo suntuario, entendido no solo como el gusto por el lujo, sino como una forma de expresión cultural y social. La burguesía cartagenera, al igual que la de otras ciudades europeas, adoptó el Modernismo como símbolo de progreso, refinamiento y pertenencia a un mundo moderno y cosmopolita. La arquitectura, el mobiliario, el ajuar doméstico o la indumentaria se convirtieron en vehículos de distinción, en una manera de exhibir prosperidad a través del gusto estético y el cuidado del detalle.
El hogar, en consecuencia, pasó a ser un espacio de representación. Cada objeto —una lámpara, una vajilla, un encaje o una joya— formaba parte de un lenguaje visual que comunicaba estatus, educación y sensibilidad artística. La belleza cotidiana se elevó así a signo de identidad de una clase social que entendía el arte como un modo de vida.
Este fenómeno ha sido estudiado en profundidad por Cristina Roda Alcantud y Javier Sánchez Páramo en su trabajo Una aproximación a la vida cotidiana de la burguesía cartagenera en la Restauración: consumo suntuario y ajuar doméstico de la familia de Celestino Martínez↗️ (Congreso Internacional El Modernismo en el Arco Mediterráneo, 2016).
A través del análisis del patrimonio familiar de Celestino Martínez Vidal, empresario minero y promotor del Gran Hotel de Cartagena, los autores reconstruyen con precisión la vida cotidiana de una familia que encarna a la perfección el espíritu modernista: el gusto por el arte, la elegancia y la armonía como reflejo de un tiempo en que el progreso se medía también en belleza.
Una ciudad que florece
Es en esta época, cuando arquitectos como Víctor Beltrí, Tomás Rico y Francisco de Paula Oliver transformaron el paisaje urbano con joyas como el Gran Hotel, la Casa Cervantes, el Palacio de Aguirre, la Casa Llagostera, y tantos otros edificios que son testimonio del esplendor de aquellos años.
Caminar hoy por las calles de Cartagena es recorrer un museo vivo del modernismo, donde cada balcón, cada mosaico y cada cornisa cuentan la historia de una ciudad elegante y soñadora.
Estos edificios no solo fueron símbolos de poder y buen gusto, sino también el reflejo de una época de optimismo, refinamiento y fe en el progreso.
El cronista Luis Miguel Pérez Adán, en su estudio Personajes políticos de la época modernista en la ciudad de Cartagena↗️, nos recuerda que para comprender de verdad el Modernismo debemos conocer a sus protagonistas:
"Si de verdad se quiere tener un conocimiento exacto de la ciudad de Cartagena y su sociedad en época modernista, deberíamos conocer a los verdaderos protagonistas que marcaron el pulso de la misma."
Rostros del Modernismo: las familias y la memoria
Familias notables, como la de Celestino Martínez, Miguel Zapata (conocido como el "tío Lobo"), José Maestre, Serafín Cervantes, Camilo Aguirre, Pío Wandosell, entre otras, contribuyeron al impulso cultural y estético de la ciudad.
Quiero hacer una mención especial a dos familias estrechamente vinculadas a este periodo: la de Celestino Martínez y la de Pío Wandosell, pues a través de retratos, documentos y prendas conservadas, hoy podemos revivir parte de su elegancia y del espíritu de una época que marcó la identidad de toda una ciudad.
Villa Dolores, el Huerto Pío: un legado de la Cartagena próspera
Entre los testimonios más valiosos del pasado minero de la comarca se encuentra Villa Dolores, conocida también como el Huerto Pío, situada en el paraje de La Unión. Aunque no se trata de un edificio modernista, esta casa de recreo perteneció a Pío Wandosell Gil, un empresario ligado a la expansión de la minería, cuya fortuna y actividad reflejan el auge económico que impulsó el esplendor modernista de la ciudad de Cartagena.
Tuve la oportunidad de visitar esta casa a la que amablemente me invitó la actual propietaria Amalia Grau y recorrer sus estancias, que aún conservan la atmósfera de aquel tiempo de prosperidad. En sus paredes permanecen retratos originales de la familia Wandosell, que con el permiso de Amalia he podido fotografiar y compartir como parte de este testimonio histórico.
A pesar de su reconocimiento como Bien de Interés Cultural (BIC), Villa Dolores necesita atención, restauración y un proyecto que le devuelva la dignidad y la vida que merece. Su estado actual invita a la reflexión, pero también abre una oportunidad: podría transformarse en un pequeño espacio cultural o museo visitable, dedicado a la memoria de una familia emblemática y a la historia de una comarca que fue motor de riqueza y modernidad.
Preservar lugares como el Huerto Pío no solo significa proteger un edificio, sino mantener viva la memoria de quienes hicieron posible aquella Cartagena próspera, culta y elegante.

La familia Martínez-Segado: elegancia y legado en la Cartagena modernista
Entre las familias que contribuyeron al esplendor modernista de Cartagena destaca la de Celestino Martínez, empresario vinculado al auge económico y social de la ciudad a comienzos del siglo XX. Como testimonio de su relevancia perduran dos joyas arquitectónicas: el Gran Hotel, del que hoy solo se conserva la imponente fachada —símbolo del lujo y la modernidad de la época— y su residencia familiar en la Plaza de la Merced, otro ejemplo del refinamiento propio de aquella burguesía emergente.
De Isabel Segado, esposa de Celestino Martínez, se conservan hoy dos trajes originales, tres capas y varias fotografías que la muestran vestida con una de estas piezas: un testimonio directo de la elegancia femenina en los primeros años del siglo XX.
Estas prendas, cedidas por su bisnieta Cristina Roda Alcantud por línea materna, constituyen un valioso legado familiar que ha pasado cuidadosamente de generación en generación: de Isabel Segado a su hija Carmen Martínez Segado, de esta a María Cristina Alcantud, y finalmente a Cristina Roda Alcantud, quien las ha mantenido como un verdadero tesoro.
Tal como nos explica Cristina:
"Mi madre, María Cristina Alcantud, los guardaba con mucho cariño. Lógicamente estaban deteriorados, pues son de principios del siglo XX, pero siempre fueron un tesoro familiar. Han pasado de mi bisabuela Isabel a su hija Carmen (mi abuela), de ella a mi madre y de mi madre a mí."
María Cristina Alcantud Martínez madre de Cristina y última descendiente directa de aquella saga que vivió el esplendor del Modernismo en Cartagena. Conservó con enorme cariño los objetos familiares, entre ellos los trajes y capas que habían pertenecido a su abuela Isabel, plenamente consciente de su valor histórico y emocional.
Su hija, Cristina Roda Alcantud, evocó esos recuerdos en el artículo "En memoria: adiós a la última nieta de Celestino Martínez"↗️ (publicado el 27 de diciembre de 2019), donde traza un retrato lleno de nostalgia e historia viva. Allí recuerda la infancia de su madre en la casa familiar de Villa Carmen, su fortaleza ante las adversidades y su amor por todo lo que representaba aquella época de esplendor y elegancia.
Gracias a este esfuerzo y al testimonio de Cristina Roda Alcantud, hoy podemos acercarnos a la vida cotidiana de una familia que formó parte de aquella Cartagena dinámica y culta que apostó por el progreso, la estética y el buen gusto.
Actualmente los trajes han sido restaurados con dedicación para devolverles su forma y belleza original, mientras que las capas aguardan aún su turno para ser recuperadas.
Próximamente se publicarán las fotografías de estos dos trajes originales y restaurados, auténticas joyas del patrimonio familiar y del vestir modernista en Cartagena.
⚜️ Nota: Los títulos en color y subrayados↗️ incluyen enlace al artículo completo o a las fuentes consultadas.
Un homenaje, no un tratado
No pretendo realizar un estudio histórico ni académico —esa tarea corresponde a los cronistas oficiales de Cartagena: Luis Miguel Pérez Adán, Francisco José Franco, José Sánchez Conesa y Juan Ignacio Ferrández García, sino rendir un homenaje visual y emocional a quienes hicieron posible este esplendor.
A esta labor de recuperación de la memoria modernista se suman también las valiosas aportaciones de los historiadores Cristina Roda Alcantud y Javier Sánchez Páramo, cuyos estudios y testimonios han contribuido a preservar y difundir la historia cotidiana de las familias que encarnaron aquel espíritu de progreso, elegancia y sensibilidad artística.
A través de la recreación, la indumentaria y la divulgación cultural, mi propósito es mantener vivo el espíritu del Modernismo, unir pasado y presente, y acercar esa belleza que todavía hoy late en las calles, los edificios y las historias de Cartagena.

Historias cotidianas del espíritu modernista
Pero el espíritu modernista no se limita a la élite: también se encuentra en las historias personales de quienes, sin grandes fortunas, compartieron la fe en el progreso.
Mi bisabuelo Ramón Eduvigis López Díaz, que figura en su segunda acta matrimonial con la profesión de cinematógrafo —algo extraordinario para un hombre nacido en 1838—, el resto de la historia se ha perdido con la memoria, pero esta actividad representa esa mirada visionaria y soñadora que caracterizó a la sociedad de principios de siglo.
Como él, hubo muchos otros hombres y mujeres anónimos que creyeron en una Cartagena moderna, culta y abierta al mundo.
Si tú también conservas fotografías, objetos o historias familiares relacionadas con esta época, te invito a compartirlas.




